sábado, 14 de noviembre de 2009

i'll teach you how to... ART




No será hoy cuando haga un despliegue ideológico acerca del arte contemporáneo, pero esta semana he impartido una clase
en el Colegio Buen Pastor de Zaragoza y he creído conveniente contaros alguna cosilla:

Mi amiga Silvia, profesora de música en ese centro, me ofreció la oportunidad de preparar una lección de una hora a sus alumnos de sexto de primaria acerca del arte audiovisual y por supuesto, no pude decir que no. ¿Pero qué les podía contar a unos críos de once años sobre un tema que ni siquiera conocen? Pensé entonces, que además de explicarles qué es un audiovisual, con ejemplos y demás, sería interesante intentar hacerles cambiar un poco su manera de mirar el arte... Y así lo hice.

Les puse dos audiovisuales, uno con imagen y música tristes, y otro con lo equivalente, pero en versión alegre. Todos vieron como el vídeo y el audio se reforzaban mutuamente... Pero lo curioso fue ver lo que ocurría cuando les intercambié el audio, de modo que la secuencia triste tenía una música alegre, y viceversa. En ese punto, fue donde tuve que explayarme más para hacerles entender que, el arte audiovisual (y el contemporáneo, en general), se intenta alejar casi siempre de lo evidente y de lo habitual, para hacernos una llamada de atención sobre algo, para buscar en nosotros nuevas sensaciones o, simplemente, para sorprendernos... Y a veces ni siquiera eso, el artista sólo quiere experimentar y no hay que darle más vueltas.

De esto ya hablaré otro día con más calma, pero no viene mal que os diga una idea básica sobre cómo enfrentarnos a una obra de arte contemporáneo: fundamentalmente, ha de quedar claro que el arte, dejó de representar la realidad al estilo clásico hace mucho tiempo (para eso ya está la fotografía), y ahora ya no hace falta preguntarnos
qué es lo que veo, sino qué siento al verlo... En definitiva, me gusta o no lo que veo, y punto.

No podemos observar las obras expuestas en un centro de arte contemporáneo como lo haríamos en el Museo del Prado, por ejemplo. No busquemos dos ojos si lo que vemos son sólo dos círculos... Y no pensemos que se han equivocado si pasamos por una sala con imágenes de guerra y la música que las acompaña es de fiesta y alegría... Algo nos querrán decir sus autores; algo que sólo seremos capaces de entender si de verdad, tenemos la voluntad de hacerlo (cuántas veces habré escuchado eso de "bah, eso lo haría mi prima pequeña"... Con esa mentalidad no podemos mirar el arte de nuestra época, desde luego).




He tenido varios contactos con el arte contemporáneo y digital. Uno fue en el año 2004, cuando fui a País Vasco a hacer una ruta artística con mis compañeros de Universidad: museo Artium en Vitoria, Guggenheim en Bilbao y Chillida Leku, en San Sebastián. Las tres primeras fotos corresponden a este viaje (un saludo a mis compis de diseño, por cierto).

El TATE Museum de Londres, el cual he visitado un par de veces, es otro de esos lugares imprescindibles si lo que buscamos es sorprendernos con el arte. Y como no, otra experiencia contemporánea fue en el Museum Moderner Kunst de Viena, durante mi periodo Erasmus 2005-06 (saludos a mis amigos Álex y Roberto, y a nuestras compañeras argentinas):


Que no todo es arte, en eso estamos de acuerdo... pero tampoco seamos tan estrechos de pensar que sólo es arte aquello que se entiende.

La música del comienzo de la entrada es de Sophie Ellis Bextor, Catch you. Electrónica, pop y elegancia, en puro equilibrio.

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